Friday, April 10, 2015

Versatil, fuerte y ecológico: el material que pretende destronar al plástico

Por Prensa

Casi todas las cosas que nos rodean tienen plástico, quizás por eso es que producimos unos 300 millones de toneladas


bioplastico

Casi todas las cosas que nos rodean tienen plástico, quizás por eso es que producimos unos 300 millones de toneladas de este material al año. Pero, ¿cuánto del plástico desechado se recicla? Solamente un 3%, mientras el resto va a atascarse a algún lugar del planeta, quedándose por siglos en vertederos y océanos, dañando ecosistemas, cadenas alimenticias y el medioambiente.

 

Una simple bolsa plástica puede tardar unos 500 años en degradarse, según estimaciones de la ciencia, y aunque se han hecho esfuerzos por crear plásticos biodegradables, éstos no han alcanzado a impactar a la gigantesca industria construida en torno a estos productos, por su escasa versatilidad. Al menos hasta ahora.

 

La solución al exceso de basura plástica la ofrecieron silenciosamente los animales invertebrados con sus caparazones: escarabajos, camarones, crustáceos. Investigadores del Instituto Wyss de Harvard descubrieron una nueva fórmula para fabricar plástico orgánico en base al quitosano, el componente que le da elasticidad a la caparazón de los escarabajos, recubre a los camarones y conchas, además de darle flexibilidad a las alas de las mariposas y ahora sirve para convertirse en un plástico como nunca antes visto.

 

Esto se había estudiado tímidamente a principios del siglo XX, pero con la aparición del plástico convencional se dejó de lado hasta que se retomó en la actualidad. Desde el año pasado, un equipo de científicos logró crear un plástico orgánico que se degrada en solamente dos semanas, sirviendo además como estimulante para el crecimiento de las plantas. Lo llamaron Shrilk.

 

«Empleamos técnicas de microelectrónica y nanotecnología para diseñar la estructura y las propiedades extraordinarias que posee el quitosano en la naturaleza para poder, así, destinarlo a otras aplicaciones”, explica a El País el Dr. Javier Fernández, uno de los responsables de esta investigación que ya suma tres publicaciones al respecto.

 

Lo más importante: masificable

 

Una gran ventaja es que el quitosano es barato, porque tradicionalmente se ha utilizado como desecho, por ejemplo las cabezas y cáscaras de camarones en la industria pesquera. Además es muy común, es el segundo material orgánico más abundante en la Tierra luego de la celulosa, comenta Fernández.

 

Actualmente, la mayoría de los bioplásticos están hechos de celulosa, material de origen vegetal que se extrae de los árboles. La mayoría de ellos se utilizan en envases y recipientes para alimentos o bebidas, pero no ha sido posible utilizarlos para formas complejas en 3D que puedan ser fabricados de manera masiva con la misma resistencia que un plástico común y corriente.

 

El Shrilk, al reproducir las propiedades naturales del quitosano, tiene una fuerza que duplica al plástico y permite fabricar a gran escala objetos cotidianos de plástico e incluso imprimir en 3D con la misma firmeza que en su versión no biodegradable, desde bolsas, recipientes y juguetes hasta celulares o prótesis médicas. En un comienzo, este bioplástico requería de la fibroína, una proteína de la seda que encarecía bastante su producción, pero el equipo de Wyss logró dar con la fórmula exacta para crear un quitosano sin seda.

 

«Hay una necesidad urgente en muchas industrias de materiales sostenibles que se puedan producir en masa», insiste el Dr. Donald Ingber. «Nuestro método de fabricación escalable muestra que el quitosano, que está disponible de manera fácil y barata, puede servir como un bioplástico viable que podría utilizarse en vez de los plásticos convencionales para numerosas aplicaciones industriales.»

 

Como una alternativa barata y ambientalmente segura, este nuevo bioplástico podría ser utilizado para hacer bolsas de basura, envases y pañales que se descompongan en pocas semanas, mientras sirven de tierra fértil para el crecimiento vegetal.

 

Fernández dice que en aproximadamente un par de años la producción de quitosano puede ser a gran escala. Cree que este descubrimiento va más allá de las bolsas plásticas, algo que puede resolverse de manera simple con una legislación. El uso del plástico a más alta escala “sí que requiere de un desarrollo tecnológico con nuevos materiales que no tengan impacto medioambiental”.

 

Aún la técnica de producción del shrilk requiere que las empresas modifiquen su proceso productivo y por eso el equipo continúa trabajando y perfeccionando sus aplicaciones para poder sacar esta innovación del laboratorio y llevarla al mundo de la industria, logrando un verdadero impacto medioambiental.

 

Por: eldefinidio.cl