Wednesday, December 27, 2017

Estudio asegura que el sur de Chile ya está preparándose para un nuevo terremoto

Por Prensa

Sebastián Riquelme, jefe de operaciones del Centro Sismológico Nacional, dice que tuvieron “tanta suerte”, que justo arriba de la zona donde se produjo el terremoto de Melinka el 25 de diciembre de 2016, había un acelerómetro y un GPS. “Es la estación Quellón GO 07, pero ese sector además está muy bien instrumentalizado. Hay alrededor […]

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Sebastián Riquelme, jefe de operaciones del Centro Sismológico Nacional, dice que tuvieron “tanta suerte”, que justo arriba de la zona donde se produjo el terremoto de Melinka el 25 de diciembre de 2016, había un acelerómetro y un GPS.

“Es la estación Quellón GO 07, pero ese sector además está muy bien instrumentalizado. Hay alrededor de ocho sismógrafos, 10 GPS y unos 10 acelerómetros”, describe Riquelme, Ingeniero civil industrial y master en Geofísica.

Gracias a la riqueza de datos que produjo ese equipamiento y a su posterior análisis, surgió el estudio “el primero desde 1960: un evento grande en el segmento de Valdivia de la zona de subducción chilena, el terremoto M 7,6 de Melinka de 2016”, que fue publicado por la revista científica Earth and Planetary Science Letters.

La investigación fue realizada por Diego Melgar, de la Universidad de California, Berkeley, junto a Riquelme y otros cuatro científicos, quienes llegaron a la conclusión de que el sismo que se produjo hace un año correspondería a una réplica tardía del súper terremoto de Valdivia de 1960, el más grande registrado en el planeta y cuya magnitud fue de 9,5.

“Nosotros utilizamos una técnica que se llama de inversión de fuente sísmica. Usamos datos de GPS, que miden el desplazamiento, y los acelerómetros, que miden la aceleración. Así pudimos reconstruir cómo fue realmente el terremoto, en profundidad. Establecer en qué parte rompió más, en qué parte menos, cual fue su magnitud total, etc.”, describe.

Según los cálculos que hizo el equipo, desde 1960 se debió haber acumulado energía suficiente para que se generara un rompimiento de determinadas características, pero en la realidad en el evento de 2016, este rompimiento fue mayor.

“De acuerdo a nuestros cálculos, la energía acumulada en 57 años daba para romper 3,8 metros, pero la ruptura alcanzó un máximo de 5 metros. Es decir, rompió 1,2 metros más de lo esperado y hubo un desplazamiento mayor, es decir, existía un remanente de energía disponible”, explica el investigador.

Ese diferencial, según asegura Riquelme, correspondería a energía que no se alcanzó a liberar durante el terremoto de Valdivia y que lo hizo durante el evento de Melinka.

-¿Por qué la catalogan como una réplica tardía y no réplica a secas?

Es porque no sucedió en el periodo que uno esperaría que sucediera una réplica, que por lo general duran uno o dos años. Pero el terremoto de Valdivia es tan grande y complejo, que uno no puede decir eso. El de Valdivia es tan gigante que a lo mejor los periodos en los que uno quiere medirlo no son en los que habitualmente uno mide estos terremotos.

“Con esta última réplica”, agrega, “uno podría decir que se inicia un nuevo ciclo intersísmico y comienza una nueva acumulación de energía hasta que venga el otro terremoto importante en la zona”.

Fuente información www.prensadelsur.cl